Cuando la fragilidad se convierte en fortaleza y personas como Ramón le dan la vuelta a la economía

El día no ha hecho más que empezar. La luz entra por sus abundantes cristaleras y Ramón ya despliega toda su energía. En la cocina del café-restaurante de la fundación Esment en Inca (una localidad del interior de Mallorca), el ritmo es contagioso. Ramón es camarero desde que abrió el centro, sabe que una de las señas de identidad del café es el ejercicio del cuidado y lo demuestra en todas sus manifestaciones: hacia el cliente, con el alimento que sirve, en las relaciones con sus compañeros y compañeras de trabajo… En realidad, no hace más que dar lo que ha recibido: el apoyo necesario para vivir una buena vida, que en su caso ha sido aprender, probar y descubrir su vocación, ser ayudante de sala. 

Lo hizo a través de un modelo educativo pionero en España que la fundación lleva a cabo para las personas con necesidades de apoyo. Apoyar, a las personas con discapacidad intelectual y a sus familias en cualquier ámbito y a lo largo de toda la vida no sólo pasa por reivindicar sus múltiples derechos, como el derecho a una vida digna, a un empleo, a una vivienda, a poder elegir los apoyos según las necesidades o a poder disfrutar de relaciones significativas. Se trata de cultivar el reconocimiento de sus necesidades y perfiles. Es así como Ramón ha encontrado su propio lugar en el mercado sociolaboral, al margen de sus limitaciones intelectuales. Podría haber elegido ser jardinero, formarse en otros sectores como el de la imprenta y manipulado, la limpieza… ser auxiliar administrativo… pero es el trato con el cliente lo que le entusiasma. La incorporación de una nueva compañera en su equipo hace que esta mañana Ramón despliegue todo su buen hacer de manera especial. “Cuando la fragilidad se convierte en fortaleza y personas como Ramón le dan la vuelta a la economía” muestra cómo los cuidados permiten transformar las violencias del sistema, diluir estigmas y dar la vuelta a la economía hacía una sociedad más saludable.

La organización Esment, desde el principio, ha estado centrada en la protección y defensa de los derechos de las personas y de sus familias (derecho a  una imagen digna, a un empleo, a una vivienda, a poder elegir los apoyos según las necesidades, a poder disfrutar de relaciones significativas...). Es una organización abierta con una orientación hacia la comunidad, dentro de un marco de ciudadanía, que acoge, acompaña y presta apoyos a personas con necesidades diversas. Un espacio en donde las personas, independientemente de sus características o la intensidad de su necesidad de apoyo, se sienten comprendidas, aceptadas y valoradas. Un lugar donde encuentran respuestas adaptadas a su manera de ser. En Esment Fundació prestan todos los apoyos que son necesarios, en cualquier ámbito y a lo largo de toda la vida, a las personas con discapacidad intelectual mayores de 16 años y a sus familias.

El protagonista de esta historia, Ramón Bonet tiene 25 años y trabaja como camarero en el café Esment Inca (un municipio de la isla de Mallorca, en España). La voz que la acompaña es la de Mercè Marrero, responsable de comunicación de Esment.  Ramón llegó a Esment con poco más de 16 años para sumarse a su programa de formación prelaboral. Esta modalidad permite a las personas con necesidades de apoyo, aprender y conocer las actividades de la organización para que puedan probar y descubrir su propio itinerario a través de sus propias vocaciones. Ramón lo tuvo claro desde el principio: eligió formarse como ayudante de sala a través de la formación dual, que es un modelo educativo que impulsaron por primera vez en España para las personas con necesidades de apoyo, y que permite que la persona desde el primer día pueda combinar la formación con la actividad laboral retribuida en su puesto de trabajo.